Caracterización de la violencia de género: experiencias en mujeres estudiantes universitarias de Veraguas, 2019

Characterization of gender violence: experiences in female university students from Veraguas, 2019

Robles Patricia, Rodríguez Dafne, Santana Sebedaly, Vigil Idira, Pérez O. Marta E.*

Centro Regional Universitario de Veraguas, Universidad de Panamá.

*Corresponding author: [email protected].

DOI: https://doi.org/10.33412/rev-ric.v6.0.3126

Resumen Es un trabajo de estudiantes de la Facultad de Enfermería de Veraguas. Su propósito consiste en determinar la prevalencia de violencia de género en estudiantes universitarias, riesgos, experiencias vividas y porcentaje de universitarias que han sufrido violencia de género. El instrumento, tipo encuesta, denominada test de violencia de autor ecuatoriano, consistió en preguntas cerradas agrupadas en tres categorías equivalentes a tres fases de la violencia de género, diferenciadas por colores estilo semáforo. La muestra consistió de 201 estudiantes universitarias. Resultados: el 50% del grupo estudiado resultó ser víctima de alguna forma de violencia en el centro estudiado (18 % en la fase 1 y en la fase 2 respectivamente, y 6% en fase 3). Hubo asociación estadística significativa entre el haber sido testigo de violencia en su entorno en la etapa de infante, y el hecho de haber tenido experiencia como víctima en la adultez; es decir, al parecer la conducta de víctima o de victimario parece aprenderse. La violencia física ocupó el primer lugar en cuanto a su frecuencia en el grupo estudiado, seguida de la económica, emocional y sexual en el orden descendente.

Palabras clave Mujeres estudiantes universitarias, tipos de violencia, violencia de género.

Abstract This paper is the result of work from students of the Faculty of Nursing in Veraguas. Its purpose is to determine the prevalence of gender violence in university students, risks, lived experiences and percentage of university women who have suffered gender violence. The survey-type instrument, called the Ecuadorian author's violence test, consisted of closed questions grouped into three categories equivalent to three phases of gender violence, differentiated by color, traffic light style, for a sample of 201 university students. Results: 50% of the studied group turned out to be victims of some form of violence in the studied campus (18% in phase 1 and in phase 2 respectively, and 6% in phase 3). There was a significant statistical association between having witnessed violence in their environment as an infant and having had experience as a victim in adulthood; that is, apparently the behavior of the victim or the perpetrator seems to be learned. Physical violence ranked first in terms of frequency in the group studied, followed by economic, emotional and sexual in descending order.

Keywords Female university students, types of violence, gender violence.

1. Introducción

Según Aldana [1], la violencia es un fenómeno que adquiere dimensiones mundiales. Son muchas las causas que la originan y generalmente son las mujeres y las niñas las principales víctimas. Cuando se vivencian situaciones de violencia en la familia, se afectan las relaciones intrafamiliares y sociales de los miembros de la familia en general. Debe verse la violencia como una de las más crudas realidades que han vivenciado las mujeres a lo largo de la historia.

La violencia contra la mujer ocurre en todos los países, clases sociales y ámbitos de la sociedad. La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el año 1993 una declaración sobre la supresión de la violencia hacia la mujer [2], tema que, a partir de 1996, fue considerado como prioridad en salud pública por la OMS.

A pesar de las declaraciones y normativas existentes para la prevención y el castigo del victimario de la mujer, hoy siguen aumentando las estadísticas de este flagelo y lo peor es, que es precisamente la mujer como víctima que no sabe identificar y menos denunciar la violencia a la que suele estar sometida.

Y es que precisamente por estar inmersas en la etapa del noviazgo o de enamoramiento como suele llamarse, las jóvenes tienden a mantener lazos sentimentales, obviando la tensión, la amenaza, los celos o el control que pudieran estar confrontando con su pareja, sin identificar estas situaciones como formas de violencia, tal como en efecto lo es.

En cuanto a la definición del término de violencia contra la mujer, el concepto de violencia de género resulta el más abarcador, y Espósito propone definirla como, “todo acto de violencia sexista que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psíquico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o privada” [3].

Lo peligroso del tema lo afirma Velazco [4], cuando advierte que la violencia en el noviazgo es vista por los jóvenes como algo natural o normal. Algunas veces no reconocen de forma clara una relación violenta, por lo que hay violaciones recurrentes, infecciones de transmisión sexual, baja autoestima, agresiones físicas, inestabilidad emocional, embarazos precoces, utilización de sustancias ilícitas y suicidios. Es posible intuir en tal visión por parte de la mujer, cierta influencia cultural, ya que algunos autores consideran la violencia de género como el resultado de un proceso social, donde siempre los hombres deban ser considerados violentos y las mujeres adquieren el papel de víctimas. Lo cierto es que se ha descartado que hay genética como factor causal de sendos roles, es meramente un fenómeno social.

Los resultados de Sánchez [5] fortalecen la teoría del fenómeno social inmerso en los roles de víctimas y victimarios, quien además de construir un índice de violencia en estudiantes universitarias, identificando los factores que contribuyen a su reproducción, también concluyó que tanto hombres como mujeres reportan grados similares de violencia directa, aunque las mujeres señalaron más consecuencias emocionales y sociales.

Son más las mujeres que han sufrido situaciones de violencia, que se niegan a aceptar ese hecho. Esta falta de reconocimiento también se produce en el caso de las víctimas de agresiones que han sido forzadas a tener relaciones sexuales, como por ejemplo una violación [6].

Tal reacción de encubrimiento puede percibirse como negación, pero, es más convincente pensar que es el temor a la estigmatización que la sociedad aplica a la víctima y lo que esa mala publicidad puede ocasionar en la salud de futuras relaciones sentimentales de ella, lo que permite explicarla.

Este peso cultural en la percepción de la realidad, lo resume muy bien Muñoz y Martínez [2] “las relaciones de poder que se instauran, ya desde la infancia, y se perpetúan en la adolescencia son muy significativas, la relación entre las condiciones psicosociales y las imágenes culturales que una sociedad confecciona en cada tiempo histórico, forma lo que determinamos como juventud”.

Es importante el trabajo con aquellas personas que han sido testigos de violencia para tomar medidas, no solo con las personas que han sido víctimas, sino también con los que han sido testigos, ya que el impacto que causa ser testigo de violencia va relacionado con una disminución de la calidad de vida y bienestar psicosocial, causando bajo rendimiento académico e incluso deserción escolar [8].

Aun cuando la educación superior de la mujer ha minimizado esa tendencia a permanecer callada, a aceptar ser víctima sin remedio o tratar de detener a su agresor, lo cierto es que, en estos claustros sagrados de formación, también se producen actos de violencia de género. En este sentido, Barredo [9] encuestó a 3,000 estudiantes universitarias y concluyó que, en su imaginario, solo 5 de cada 10 de los sujetos estudiados consideran grave el problema de la violencia de género. Esto indica que el sesgo o ceguera es cultural y menos relacionado con la educación.

Así las cosas, López [9] considera que es necesario que las instituciones de educación superior desarrollen mecanismos eficaces para prevenir este flagelo. Ello implica definir una política institucional con base en una clara voluntad política contra la violencia de género.

Atendiendo a lo anterior descrito, surge este proyecto de investigación, con el propósito de caracterizar la violencia de género en mujeres estudiantes universitarias, identificar el tipo de violencia de género que han experimentado y qué nivel de riesgo implican esas experiencias. Adicionalmente, asociar las experiencias como testigo de violencia durante la infancia, con la experiencia como víctima de violencia en la adultez de las mujeres a estudiar. Y, un propósito ulterior fue también despertar inquietud o alarmas en las encuestadas sobre las prácticas de violencia que pudieran estar confrontando en su relación sentimental, sin que lo advirtieran o no las reconocieran como tal.

2. Materiales y métodos

La investigación fue realizada con un enfoque cuantitativo, tipo descriptiva, analítica y transversal; con un muestreo no probabilístico. La muestra estratificada, fue calculada tomando en cuenta el porcentaje que la matrícula de féminas de esa facultad representaba en el total de matrícula del Centro Regional Universitario de Veraguas, objeto del estudio. La población incluyó al total de estudiantes femeninas matriculadas en el primer semestre del año 2019, tomando a las 16 facultades del centro universitario estudiado; ésta con respecto a los hombres, representó el 64.1% del total, es decir 2,887 estudiantes femeninas. Se fijó el 7% de la población total de féminas como una cuota, es decir 200 estudiantes debían ser encuestadas que, fueron abordadas por facultad y por investigador, a quien se le asignó la cobertura de cuatro facultades para captar el total calculado para cada estrato. El instrumento de nombre “test de violencia de género”, creado por la comisión de transición para la definición de la institucionalidad pública de Ecuador,tiene preguntas agrupadas para definir el estado o gravedad de la situación de violencia de la encuestada en tres categorías: busca ayuda-no es tu culpa; despierta- es violencia; estás en peligro-denuncia.

Cada participante fue informada del estudio a través del consentimiento informado, su participación fue voluntaria y consistió en responder el cuestionario personal sobre experiencias de violencia de género. Para el procesamiento de los resultados se utilizó la estadística descriptiva del programa SPSS versión 24, se confeccionaron tablas, cuadros y gráficas realizando cruces de variables que sirvieron para presentar los resultados dando respuestas claras al tema investigado. Se asoció estadísticamente la variable “experiencia como testigo de violencia durante la infancia” con ser víctima de violencia de género en la etapa adulta.

Se propuso la hipótesis de trabajo así:

H1 La experiencia como testigo de violencia en la infancia, aumenta el riesgo de ser víctima de violencia en la etapa adulta de la mujer

H0 No hay diferencias en el riesgo de ser víctima de violencia de género, entre las mujeres que fueron testigos de violencia en su infancia y las que no tuvieron esta experiencia.

3. Resultados y discusión

3.1 Datos generales de la muestra

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Figura 1. Encuestadas según la edad en años.

La figura 1 es congruente con las edades para universitarios, el grupo mayoritario resultó ser adolescente, seguido del adulto joven. Se espera que siendo así, el grupo se encuentre mayoritariamente soltero o en una relación de noviazgo.

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Figura 2. Encuestadas según locación de su vivienda.

En la figura 2, locación externa es la categoría asignada a la ubicación de la vivienda fuera de los linderos de la provincia estudiada que resulta con poca representatividad (5%). Evidentemente, el mayor porcentaje vive en áreas urbanas dentro de la provincia (una o menos hora de distancia en auto de la ciudad Santiago de Veraguas).

3.2 Autopercepción de las encuestadas como víctimas de violencia de género, respuesta previa a la aplicación del instrumento de investigación

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Figura 3. Autopercepción de encuestadas de haber sido o ser en la actualidad víctima de violencia, previo a la aplicación del instrumento de investigación.

La figura 3 muestra la respuesta inicial de las encuestadas, a la pregunta de si había sido víctima de violencia de género o estaba actualmente en una relación violenta. Observemos que solamente un 8% dijo estar consciente del hecho, algo muy frecuente para estos casos. Los resultados de las próximas tablas evidencian que el instrumento aplicado sirve para sensibilizar o abrir los ojos para identificar el círculo de violencia en que se desarrolla su relación.

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Figura 4. Porcentaje de encuestadas según estado civil y tipo de violencia de género que dijeron experimentar.

En la figura 4 se observan barras que indican porcentaje de las mujeres estudiadas según estado civil y el tipo de violencia que experimentan o han experimentado. Resalta el mayor porcentaje de casadas en todos los tipos de violencia, excepto en la sexual donde el 100% dijo estar soltera, pudiera ser que tal situación provocó el final de tal relación. Sin embargo, en la física, ambas, solteras y casada están muy cerca.

Tabla 1. Distribución de encuestadas según la facultad en la que estudian

Facultad

Número de estudiantes

% de estudiantes

Adm. Emp. y Cont.

36

18

Humanidades

30

15

Ciencias de la Educación

23

11.5

Enfermería

18

9

Adm. pública

15

7.5

Arquitectura

15

7.5

Economía

14

7

Farmacia

11

5.5

Ciencias Naturales

8

4

Inf. Elec. y Com.

8

4

Derecho y Ciencias Pol.

7

3.5

Psicología

5

2.5

Comunicación Social

4

2

Ciencias Agropecuarias

3

1.5

Odontología

2

1

Bellas Artes

1

0.5

Total

200

100

La tabla 1 describe la distribución de la muestra estudiada según la facultad académica a la que pertenece. Las facultades se convirtieron en estratos, y se calculó el porcentaje que su matrícula total de mujeres para el semestre estudiado aportó a la matricula total del Centro Universitario; finalmente este porcentaje se multiplicó por el número total fijado para la muestra, es decir 200. De esta forma se mantuvo el peso porcentual que las estudiantes mujeres representan por facultad en el total de la población femenina. La construcción de esta forma permite percibir cuáles son las facultades con mayor matrícula de féminas.

3.3 Estadio de la violencia de género en el grupo estudiado

Tabla 2. Respuestas de las encuestadas a la frecuencia de situaciones de violencia caracterizadas por el irrespeto y desvalorización de la mujer

Fase 1

Nunca

En Ocasiones

Casi Siempre

NR Total

Número

1613

80.65

307

15.35

71

3.55

9      2000

0.45   100

Porcentaje

La tabla 2 recoge el total de respuestas para diez preguntas de la fase 1, enmarcadas en aspectos de irrespeto o desvalorización de la mujer. El 18.9 % de las respuestas de la muestra ubica a la muestra en situación de violencia de género en esta fase. En esta fase el maltratador inicia su estrategia mostrándose irritable, cualquier comportamiento de la mujer le molesta y le causa enfado o le incomoda. Esta fase se caracteriza por la sucesión de acontecimientos que incrementan la tensión, la hostilidad y ansiedad entre la pareja, variando en intensidad y frecuencia.

Tabla 3. Respuesta de encuestadas a la frecuencia de experimentación de actos caracterizados por violencia sexual, aislamiento de la víctima y violencia física

Fase 2

Nunca

En Ocasiones

Casi Siempre

Nr

Total

Número

1625

81.25

310

15.5

58

2.9

7

0.35

100

2000

Porcentaje

La tabla 3 consolida las respuestas de la muestra a diez preguntas más, enmarcadas en la violencia de tipo sexual, agresiones físicas menores (pellizco, empujar) y eliminación de la red de apoyo (aislamiento de la víctima). Los resultados muy parecidos a los de la tabla de la fase 1, es decir el 18.8 % de las encuestadas está confrontando algún tipo de violencia. En esta zona su autoestima se perjudica con sensación confusa y se cree que la agresión es una relación afectiva normal, es difícil alejarse del ciclo debido a que se piensa que el individuo agresor actúa de esa forma por alguna falta que ella comete o por alguna situación difícil de su pasado. Al revisar cada una de las interrogantes observamos un total de 42 de las mujeres que creían que con esfuerzo sus parejas podían cambiar.

La tabla 4 agrupa las respuestas de la muestra a quince preguntas de la fase 3 de violencia, enmarcadas en identificar emociones de temor hacia su pareja, temor por su integridad, por su vida, limitada libertad en su toma de decisiones; nos muestra que un 6.6% de las universitarias ya avanzó a el ultimo nivel del ciclo de la violencia, menor porcentaje que las anteriores, pero situación más grave que atender o resolver.

Tabla 4. Respuestas de encuestadas a la frecuencia de experimentación de situaciones de violencia que afectan su libertad, integridad y el derecho a la vida

fase 3

nunca

en

ocasiones

casi

siempre

NR Total

No.

2793

93.1

163

5.43

36

1.2

8          3000

0.27   100.00

porcentaje

En esta fase el agresor ya tiene un poder de posesión muy amplio y obliga a su víctima a hacer cosas sin su consentimiento, algunas de las respuestas “casi siempre” fueron cuando se les preguntó si eran obligadas a tener relaciones sexuales sin consentimiento lo que es considerado un delito ante la ley.

3.4 Índice de violencia del grupo estudiado

Tabla 5. Tipos de violencia que dijeron haber experimentado el grupo de universitarias estudiadas, según facultad

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La tabla 5 muestra el porcentaje relativo por facultad y tipo de violencia que dijeron haber experimentado las encuestadas y, la sumatoria de todos los tipos de violencia en la última columna. Se ordenan de mayor a menor para mayor visibilidad, y resalta el 95% de las estudiantes de Psicología que dijeron que sí han sido víctima, tal vez por su formación con mayor capacidad de reconocer tal condición, sigue en ese orden Informática con 89%, Comunicación Social con 75% y Humanidades con 67%. Si atendemos a la muestra estudiada, todas las mencionadas tienen un muestra estudiada pequeña, con excepción de Humanidades que se encuentra entre las de mayor población de estudiantes mujeres. La situación es delicada y amerita intervención por las autoridades pertinentes en la Universidad

Tabla 6. Encuestadas según la experiencia como testigo de violencia en su infancia y el porcentaje de experiencia como víctima de violencia en la adultez

Testigos de violencia

Víctima de

violencia

Total

No

Recuento

11

38

49

% dentro de testigo de

violencia

22.4%

77.6%

100.0%

N0

Recuento

5

145

150

% dentro de testigo de

violencia

3.3%

96.7%

100.0%

Total

Recuento

16

183

199

% dentro de testigo de

violencia

8.0%

92.0%

100.0%

En la tabla 6 se agrupan las encuestadas según si confirmaron ser testigos de violencia en su infancia o no vs. si viven violencia o han vivido violencia como adultas. Las mujeres que fueron testigo de violencia en su infancia resultan con un riesgo relativo siete (7) veces mayor de ser víctima de violencia como adultas, que aquellas que no tuvieron esa experiencia en su infancia (3 a 22).

3.5 Prueba estadística

Riesgo odd ratios de las universitarias que dijeron ser víctimas de violencia, asociado a experiencias en su infancia como testigos de violencia doméstica o de género.

Tabla 7. Estadística de asociación de las variables de la hipótesis

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En cuanto al estadístico, se asociaron las dos variables de la tabla 5, experiencia como testigo de violencia en la infancia vs. víctimas de violencia en la actualidad y/o en el pasado. La asociación de estas dos variables que resultó estadísticamente significativa, pues el intervalo contiene al valor.

4. Conclusiones

- El índice global de violencia del centro universitario estudiado (mujeres que dijeron tener experiencias como víctimas/ entre las que dijeron no haber tenido experiencias de violencia), resultó en 0.47. Es decir, de cada 10 estudiantes universitarias, cinco están confrontando experiencias de violencias o las vivieron en el pasado, coincide con hallazgos en otras latitudes de autores citados en este documento. Es urgente intervenir esta problemática.

- El nivel de escolaridad de la muestra, correspondiente al nivel superior, avala lo señalado por los expertos del tema, en relación al hecho de que este flagelo lo experimentan mujeres sin distinción de raza o clase social.

- El sesgo de las encuestadas evidenciado en la respuesta de su autopercepción como víctimas de violencia antes de sensibilizarla con la prueba aplicada, es congruente con la incapacidad de la víctima de reconocer las señales de peligro por sí sola, según lo describen los autores. Esto sin importar el nivel de educación, que en este caso es universitario.

- En la medida que avanzan las tres fases de la violencia estudiada, el porcentaje va disminuyendo en las encuestadas,18.9 %, 18.4% y 6.63%; respectivamente. Este comportamiento puede relacionarse con la edad de las encuestadas que apunta más a relaciones con poco tiempo de vida. El comportamiento estudiado del victimario es que entre más tiempo transcurre él en el poder, aumentan también los controles y agresiones con su víctima.

- El test utilizado cumplió su función de sensibilizar o alertar, pues el 8% que dijo que no percibirse como víctima de este flagelo al inicio de la entrevista, aumentó a 44% si sumamos las respuestas afirmativas a las distintas formas de violencias expuestas en el test de la investigación.

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos a las estudiantes que aportaron información, haciendo que esta investigación fuese posible.

REFERENCIAS

[1] Y. A. Aldana, “La violencia de género, una verdad ineludible”, Contribuciones a las Ciencias Sociales, vol. 12, 1 mayo 2011. [En línea]. Disponible en: www.eumed.net/rev/cccss/12/.

[2] Organización de las Naciones Unidas, “Declaración sobre la eliminación de la violencia contra las mujeres 1993. Informe técnico No. A/RES/48/104”, ONU, Nueva York, Estados Unidos de América, 1994. [En línea]. Disponible en: http://www.acnur.org/biblioteca/ pdf/1286.pdf

[3] F. Expósito, «Violencia de género,» Mente y cerebro, vol. 48, nº 1, pp. 20--25, 2011.

[4] R. Velasco, «CIMAC,» 12 septiembre 2007. [En línea]. Available: www.cimacnoticias.com. [Último acceso: 29 mayo 2019].

[5] S. Sánchez, F. Jose, A. Barrera y M. Antonio, «Violencia de género sobre estudiantes universitarios (as),» Convergencia, vol. 24, nº 75, pp. 133-157, 2017.

[6] L. Kalof, «Actitudes de apoyo a la violación y experiencias de victimización sexual de mujeres de hermandad y no de hermandad,» Roles sexuales, vol. 29, pp. 767-780, 1993.

[7] P. Muñoz Sánchez y A. Iniesta Martínez, “La violencia de género en jóvenes adolescentes desde los esterotipos de las relaciones de pareja. Estudio de caso en Colombia y en España”, International Journal of Developmental and Educational Psychology, vol. 2, nº 1, pp. 171-172, 2017. [En Línea]. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/3498/349853220017.pdf .

[8] H. Martínez Murga, «Violencia contra la mujer infligida por su pareja y su relación con la salud mental de los hijos y adolescentes,» Revista médica herediana, vol. 28, nº 1, pp. 48-58, 2017.

[9] D. Barredo Ibáñez, «Violencia de género en Ecuador: un estudio sobre los universitarios,» Revista Estudos Feministas., vol. 25, nº 3,pp.1313-1327,2017.doi: 10.1590/1806- 9584.2017v25n3p1313

[10] A. López, “Violencia contra las mujeres en el ámbito universitario: una realidad emergente en la región”, Interface - Comunicação, Saúde, Educação , vol. 23, p. e190651, 2019. doi: 10.1590/Interface.190651